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| Quirófano |
Se denomina “combustión humana espontánea” a la supuesta ignición del cuerpo de un individuo vivo, y en mucha menor medida recién muerto, que arda del interior al exterior (aunque esto último se pasa por alto en muchas ocasiones con la intención de aumentar las listas de las supuestas víctimas históricas de “combustión humana espontánea”. Este “fenómeno” se produciría sin ninguna causa aparente o fácilmente identificable, y en este punto como veremos, se esconde una de las trampas del concepto.
Algunos casos que se han pretendido hacer pasar por “combustión espontánea humana”:
Empezaré por casos de los que no se tienen muchos datos, que son aquellos que engordan la lista, para que parezca que el fenómeno es mucho más frecuente, y muy antiguo. El primer caso con fecha conocida es el de 1673, cuando un ciudadano de París, anónimo y según parece alcohólico, "fue reducido a una pila de cenizas y unos pocos huesos de los dedos, pero la cama de paja en la que murió quedó intacta" ¿como sabemos esos detalles? Bueno ...
Otro caso sucedió aparentemente alrededor de 1731 (se desconoce la fecha exacta): el de la condesa Cornelia di Bandi de Cesena, de 62 años de edad. Los restos fueron encontrados por su doncella en el suelo de su habitación al ir a despertarla. El cuerpo de la condesa había quedado reducido a una pila de cenizas, pero las piernas y los brazos se encontraban relativamente intactos; parte del cráneo y la quijada se encontraban entre las piernas. Las paredes de la habitación estaban cubierta de hollín, y el suelo de un liquido pegajoso (posiblemente la grasa corporal que no se había consumido); la cama no había sufrido daños. En el suelo se encontró una lámpara de aceite vacía, cubierta de cenizas. Según parece, la fuente original de esta descripción es un artículo de 1746; posteriormente, este caso sería citado nada menos que por Charles Dickens, que como ya he dicho, era un gran aficionado a la “combustión espontánea humana”. Es de hacer notar que en este incidente se encuentran prácticamente todos los hallazgos no míticos que posteriormente se repetirán una y otra vez en los casos modernos, y que caracterizan al fenómeno.
La primera investigación sistemática se le debe al francés Jonas Dupont, quien en 1763 publicó un libro titulado De Incendis Corporis Humani Spontaneis. Según se cree, Dupont se inspiró en un caso ocurrido en febrero de 1725 en Rheims, el de una mujer llamada Nicole Miller, encontrada quemada en el suelo de su cocina.
Seguiré ahora con unos pocos casos que se hicieron relativamente famosos en el siglo XX.
Henry Thomas:
Era un hombre de 73 años que vivía en el sur de Gales y murió en un incendio en 1980.
Todo lo que quedaba de Thomas eran sus piernas por debajo de la rodilla y su cráneo. Curiosamente, sus pies no tenían quemaduras y lo que quedaba de sus piernas mantenían los pantalones y los calcetines, que estaban intactos. El fuego también había destruido la mitad de la silla en la que estaba sentado. La primera hipótesis fue que se le había prendido el pelo al avivar el fuego, y que sin darse cuenta se había sentado en la silla.
El oficial de policía que fue encargado de la escena del crimen, hizo algunas declaraciones alegando que si un hombre hubiera estado sentado cuando se dio cuenta de que su cabello ardía, no se hubiera quedado sentado tranquilamente.
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| https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Portrait_of_Charles_Dickens_(4671094).jpg |
Aunque había evidencia de un incendio en la chimenea, no había evidencia de que se hubiera extendido desde allí.
El informe forense fue muy claro, para empezar los patólogos descubrieron que Thomas estaba vivo cuando empezó a arder, ya que su sangre (tomada de los restos de sus piernas) contenía un alto nivel de monóxido de carbono. Por lo tanto, el cuerpo había comenzado a arder mientras estaba sentado en la silla. Se pudo haber dormido y perdido el conocimiento poco después. La silla empezó a arder al entrar en contacto con el cuerpo. Cuando un lado de la silla se había quemado lo suficiente, colapsó, y Thomas cayó al suelo, y en este punto, muy posiblemente ya estaba inconsciente por efecto del humo. Al dejar de estar en contacto con Thomas, la parte sin quemar de la silla dejó de quemarse. Por el efecto mecha, el cuerpo continuó ardiendo hasta que solo quedaron el cráneo y la parte inferior de las piernas. Posteriormente, sus pulmones mostraron que inhaló el humo de su propia combustión, lo que confirma que se intoxicara con el humo.
Robert Francis Bailey:
Se encontró el cuerpo aún en llamas de Robert Bailey, un vagabundo. Ya que un grupo de oficinistas que esperaba el autobús, vió que salían llamas de un edificio y llamó a la policía.
El agente que llegó primero dijo que se salía una llama azul del abdomen de Bailey. Se las arreglaron para apagar el fuego de su cuerpo.
Bailey era un conocido alcohólico que bebía alcohol metílico porque era muy barato. Este tipo de alcohol no es apto para beber, de hecho es altamente tóxico, y causa enormes daños en el organismo. Es usado para encender hornillos, y es posible que Bailey lo usara para calentarse. Estando en estado de ebriedad se descontroló el fuego y terminó ardiendo él mismo. Se especuló que el alcohol metílico contenido en su intestino prendió incendiándolo por dentro, pero eso no parece nada probable, ya que el oxígeno de su intestino no podría ser mucho.
John Irving Bentley:
fue un médico que murió quemado a la edad de 92 años en el baño de su casa en Coudersport, Pensilvania.
Bentley fue visto con vida por última vez el 4 de diciembre de 1966, cuando unos amigos que visitaban su casa le desearon buenas noches alrededor de las 9 p.m.
A la mañana siguiente, revisor del contador eléctricoe Don Gosnell entró en casa de Bentley, ya que tenía permiso para hacerlo debido al estado de salud de Bentley, y fue al sótano a revisar el contador.
Mientras estaba en el sótano, Gosnell notó un olor extraño y un humo azul claro. En el suelo había un montón de cenizas de unos 35 centímetros de altura. El piso debajo de la ceniza no estaba marcado. Si hubiera mirado hacia arriba, habría visto un agujero de aproximadamente un pie cuadrado de largo en las tablas del piso de arriba. Intrigado, subió a investigar. El dormitorio estaba lleno de humo y en el baño encontró los restos incinerados de Bentley.
Todo lo que quedaba del anciano médico era la mitad inferior de su pierna derecha con la zapatilla todavía puesta. El resto de su cuerpo se había reducido a una pila de cenizas en el sótano de abajo. Su andador yacía sobre el agujero en el suelo generado por el fuego. Las puntas de goma seguían intactas y la bañera cercana apenas estaba chamuscada.
Al parecer, el médico dejó caer por descuido la ceniza ardiendo de su pipa en la bata de material sintético que siempre llevaba, y esta ardió rápidamente, en el bolsillo llevaba una caja de cerillas con las que encendía la pipa, y que pudiero avivar el fuego. El humo del material plástico de la bata, pudieron intoxicar rápidamente a un hombre mayor y enfermo, Bentley se despertó y se encontró con su ropa en llamas, caminó hacia el baño y se desmayó antes de que pudiera apagarlas.
La ropa en llamas encendió el suelo de linóleo, que es un material altamente inflamable, y que el aire fresco que venía del sótano provocó lo que se conoce como "el efecto chimenea" mantuvo el fuego ardiendo.
Escucha el podcast de Radiografia de la conspiranoia. Temporada 1, capítulo 11. Cleve Backster y la inteligencia de las plantas, otro charlatán que se hizo millonario:
Este es un podcast de Cesc Fortuny i Fabré, de divulgación académica y científica sobre las teorías de la conspiración, así como sectas, estafas y pseudociencias. También brinda información sobre ingeniería social, y como protegerse de ella.
Este capítulo trata sobre Cleve Backster, y sus afirmaciones de que las plantas pueden sentir dolor y conocen el sufrimiento. También de como se formaron las ideas de que las plantas son inteligentes o de que se comunican. De la serie Estafas, bulos, FakeNews ...
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