Violencia Tóxica |
“La coerción es la fuerza o violencia que se ejerce sobre alguien para obligarlo a que diga o ejecute algo, un acto contra a alguien para obligarlo a actuar o para que se abstenga de hacerlo. Existe en particular por una restricción física o psicológica. En derecho penal, se habla de de delito de coacción. También hablamos de coerción dentro de los regímenes totalitarios. Para obligar a una población a adherirse a una ideología, la coacción puede imponerse mediante la violencia, la represión, el terror, y luego considerarse como instrumentos legítimos.”
La mayor parte de veces, el control coercitivo no se puede reducir a un suceso, aun hecho en concreto, se trata de un cúmulo de palabras, comportamientos y amenazas que humillan, aíslan y controlan a las víctimas, dejándolas sin libertad y con la autoestima por los suelos.
Las víctimas describen haber experimentado abuso emocional a medida que su sentido de autoconfianza y autonomía se va desmoronando, hasta que su realidad se transforma en ese abuso que experimentan, copando toda noción de realidad, transformándose en todo lo que conocen y pueden pensar en conocer, su mundo es el abuso, el grupo. A ojos de la víctima, detectar el patrón de abuso puede ser increíblemente difícil, y en algunos casos, casi imposible.
Esta situación no se produce de manera instantánea, es algo paulatino, es un proceso en que el individuo debe convertirse en adepto, para terminar convertido en una víctima. Este proceso puede durar años o días, y dependerá de la predisposición de cada persona, y de la necesidades del grupo coercitivo, así como de la idiosincrasia del líder. Es decir, que va a depender sobre todo de las necesidades de expansión, económicas, de supervivencia incluso, que experimente el grupo en ese momento.
En cualquier caso, los primeros tiempos, tengan la duración que tengan, van a empezar con una primera etapa de “enamoramiento”, es decir, unos primeros encuentros en los que el individuo va a encontrar en el grupo la respuesta y la solución a todos y cada uno de los malestares que siente, y esto es muy importante, el grupo coercitivo representa una respuesta positiva, una salida, a algo que se percibe como mucho peor, y esto es así ya que el grupo se presenta con su cara más conveniente, escondiendo todo aquello que podría incomodar al potencial adepto, dando respuestas, soluciones, arropando, y de alguna extraña manera, dando amor. Un amor que en este caso va a ser muy condicional, pues el adepto va a tener que demostrar constantemente y para siempre que es merecedor de este bien que le regala el grupo, representado en su máxima expresión por su líder.
Hay que entender que el adepto siente que ha sido rescatado de “algo”, ya sea una situación, un conjunto de ideas, un concepto, incluso de un grupo de personas, familiares, amigos. El sentido paranoico de todo este proceso es fundamental, ya que transmitir que todo es un peligro y una amenaza hace mucho más fácil el aislamiento, y el aislamiento extremo hace más fácil el control. También hay que matizar que el control nunca es un fin, es una herramienta para obtener poder.
Llegados a este punto, creo importante comentar algunos conceptos que están relacionados con lo que nos ocupa. Para empezar, sería interesante recordar que es el fenómeno de la esclavitud. La esclavitud es la práctica social en la que un ser humano asume derechos de propiedad sobre otro designado como esclavo, y todo ello impuesto por la fuerza. En algunas sociedades, desde los primeros tiempos, los esclavos se definían legalmente como una mercancía o como un botín de guerra. Los precios variaban de acuerdo a las condiciones físicas, habilidades profesionales, edad, origen y destino. Esta idea, la de que un individuo pertenece a otro o a otros, sella la relación en los grupos coercitivos. Si bien en el sistema de la esclavitud, los individuos pueden ser vendidos e intercambiados, los grupos coercitivos son muy celosos de que sus miembros no deserten ni se vayan con otros. Esto está diseñado y protegido con el concepto de que todos los “otros” son el enemigo, el peligro, el mal o lo negativo, y por lo tanto la deserción es muy dificil.
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Otro concepto de vital importancia relativo a los grupos coercitivos, es el denominado síndrome de Estocolmo. Se trata de un fenómeno psicológico observado en rehenes que han convivido durante un período prolongado con sus captores y que han desarrollado una especie de empatía, de contagio emocional hacia ellos, según complejos mecanismos de identificación y supervivencia. En los grupos coercitivos, esta supervivencia está provocada por las amenazas, las humillaciones, el aislamiento y el control hacia las víctimas, que relataba al comienzo, y que culminan en una total falta de libertad, y con la autoestima completamente degradada.
El término “síndrome de Estocolmo” debe su nombre al análisis de una toma de rehenes que tuvo lugar en Estocolmo en 1973 por el psiquiatra Nils Bejerot.
Existen mecanismos de identificación similares, y algunos de sus ejemplos son:
- Identificación con el agresor: el mecanismo del síndrome de Estocolmo puede ser similar a los descubrimientos del psicoanalista Sándor Ferenczi, que llevan a Anna Freud a teorizar el concepto de “identificación con el agresor” (Le moi et les Mechanics de Defense, 1936). Erich Fromm en The Fear of Freedom extiende este concepto a la identificación con la autoridad o la ideología dominante.
- Síndrome de Lima: un síndrome similar puede aplicarse a los secuestradores cuando están influenciados por el punto de vista del rehén. En este caso, hablamos del síndrome de Lima.
- Relación entre el dictador y su pueblo: el odio hacia el dictador, sumado al temor de que el idividuo pueda ser viloentado, provoca en el sujeto una simulación de simpatía en la que acaba por creer. Es pues un mecanismo de represión capaz de convertirse en admiración o idolatría. Ernesto Sábato en Nunca màs comenta la existencia de apologistas de la dictadura que tenían la sensación de haber "despertado" tras su caída.
Y haré mención de algunos conceptos muy polémicos sobre los que no voy a ahondar, pues escapan a las intenciones de este artículo:
- Violencia conyugal (malos tratos, y abusos de todo tipo)
- Acoso escolar
- Educación perversa de los padres, o para ser más preciso, abusos y agresiones contra los hijos (con violencia y coacción)
En estos tres últimos casos, los maltratados no se quejan, no se atreven a resistir ni denunciar y, a pesar de los momentos de duda, creen que deben sentir afecto por sus torturadores, que idealizan.
Debo aclarar aquí, que el caso de los rehenes de Estocolmo, que dió nombre al síndrome, ha sido objeto de muchas críticas, los hechos de la toma de rehenes de 1973 fueron denunciados de manera sesgada por el psiquiatra a cargo del caso, Nils Bejerot. Según los informes, la policía mostró una falta de control sobre la situación, lo que hizo que fuera más peligrosa e inestable de lo que ya era. Esto es lo que habría llevado a los rehenes a temer por sus vidas, no a causa de los secuestradores, sino por la actitud de la policía. Al final de la toma de rehenes, las fuertes críticas formuladas por la rehén Kristin Enmark sobre el comportamiento peligroso de la policía y Bejerot durante los 6 días de la toma de rehenes, fueron evaluadas por Bejerot último como inconsistentes, con el pretexto de un síndrome traumático que acababa de inventar. Esta asombrosa evaluación psiquiátrica lo liberó así de cualquier crítica en la gestión del evento.
Aún así, este fenómeno ha sido observado en otros secuestros.
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Otro de los elementos clave son las normas, se trata de pautas de conducta que los miembros de un grupo coercitivo están obligados a seguir en todo tipo de situaciones tanto sociales como interpersonales. Surgen para hacer frente a problemas a los que se enfrenta el grupo, y cumplen también una función cognitiva: sirven como marco de referencia a los miembros del grupo para interpretar el mundo de una determinada manera; coordinan las actividades de los miembros del grupo; regulan las emociones debido a que la regulación de los comportamientos reduce las inseguridades y atenúa los conflictos; y sirven para crear diferenciación social, definiendo así la identidad social del grupo de manera más clara (vestimentas, peinados, saludos, etc.).
La diferenciación social es una de las características más visibles que estos grupos toman como una forma de distinguirse del resto y de distinción de una posición que quieren hacer fuerte y visible. Poseen un importante papel en la determinación de la conducta y de las actitudes del sujeto. Generalmente las personas que tengan un mayor compromiso con el grupo estarán más influidas por las normas del grupo que las personas que no tengan tanta identificación con él.
En sociología, una norma social es una regla impuesta socialmente. La sanción social es lo que distingue las normas de otros productos culturales o construcciones sociales como el significado y los valores. Las normas y la ausencia de normas afectan en gran medida el comportamiento humano. Pero lo más importante en los grupos coercitivos, es lo que ocurre si no se acatan las normas. Esa sanción social, es al mismo tiempo un importante sustento del conjunto de normas.
Las normas sociales definen lo que es socialmente aceptable hacer y ser, al distinguir entre comportamientos y actitudes, que son consistentes con las expectativas, de los comportamientos y actitudes que se consideran desviados. Reflejan los valores e ideales dominantes de una sociedad o un grupo. No es obligatorio que todos los grupos de una sociedad determinada compartan los mismos estándares, rara vez es el caso. Estas divergencias en las normas generan conflictos sobre las formas apropiadas de comportarse en diversas situaciones. En un grupo coercitivo, esta ambigüedad queda completamente extirpada, las normas son concretas y no admiten disidencia alguna. La simplificación de la realidad, conlleva que la normativa sea muy clara, ya que todo se reduce a aceptar que están los del grupo, y los de fuera. Todo el constructo de normas, se mantiene para sustentar esta idea, y por tanto se trata de normas concretas y simples, pero no por ello necesariamente fáciles de ejecutar.
Es evidente que la mera existencia de normas no implica su cumplimiento. Para superar el problema de la efectividad, los grupos sociales hacen uso de un doble sistema de control. El control interno, primario o informal, que funciona a través de la socialización de nuevos miembros. Y el control social externo, secundario o formal, que opera a través de la sanción: cualquier medida tomada contra el individuo que lleva a cabo una determinada conducta. Hay dos tipos de sanciones.
La sanción positiva, que consiste en recompensar al individuo que realiza una acción socialmente deseable, y la sanción negativa, que consiste en castigar al individuo que realiza una acción socialmente indeseable.
Para Pietro Rescigno, "donde el sistema estatal renuncia o elige no llegar" es precisamente la censura pública la que puede reemplazar la coacción legal impuesta por las normas del derecho positivo: gracias al precepto impuesto por la sociedad, "una vitalidad original del derecho puede ser logrado, ambos también confiados a nuevas formas con respecto a la concepción propia de los modernos, y debe completarse, como se mencionó, con la mención de las autonomías colectivas privadas sobre una base no territorial ".
En algunos casos, la exclusión o reprobación de los individuos que no acaten fielmente las normas, puede ser incluso más eficaz que la sanción por parte del lider. Esta “complicidad” del grupo en la aplicación de las normas, esta implicación en las denuncias de los disidentes, así como la aplicación y ejecución de castigos, cumple dos funciones.
Por una parte la del control por parte del lider, ya que tiene ojos en todas partes, y por otra parte la implicación total de los adeptos, ya que participan de un privilegio que en principio les parecería vetado, y totalmente reservado al lider. Aún así, los castigos suelen correr a cargo del gurú o cabecilla.
Escucha el podcast de Radiografia de la conspiranoia. Temporada 1, capítulo 07. Nexium, la secta con esclavas sexuales que se disfrazaba de empresa de coaching y de superación personal:
Este es un podcast de Cesc Fortuny i Fabré, de divulgación académica y científica sobre las teorías de la conspiración, así como sectas, estafas y pseudociencias. También brinda información sobre ingeniería social, y como protegerse de ella.
Este capítulo trata sobre el espeluznante caso de la secta NXIVM, un grupo de explotación sexual y trata de blancas que se disfrazaba de innovador proyecto empresarial, y de centro de autoayuda y de coaching de alto nivel.
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Links del podcast:
Los secretos de Nexium, la secta que predicaba empoderamiento
Síndrome de Tourette
Los miembros de la secta sexual Nxivm que abrieron los ojos y la sabotearon desde dentro: "Me llevó mucho tiempo volver a creer en las personas"
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