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| Terror |
Es imprescindible aclarar que no existe un único método para ayudar a las víctimas de un grupo coercitivo a salir de él. No se va a resolver en un solo día o tras una sola intervención. Es un problema complejo que, a menudo, no tiene una solución rápida ni sencilla, y que depende por completo de cada persona, por ello, es imprescindible contactar con alguna asociación de ayuda, y con profesionales de la psicología y la psiquiatría, así como mantener la calma, tener paciencia y asumir que se va a requerir tiempo y aguante emocional para poder lograr ayudar a la persona afectada.
Antes de cualquier actuación es fundamental haber preparado el terreno. Se recomienda reunir el máximo de información sobre el grupo en cuestión: sobre el líder o gurú, sobre el funcionamiento del grupo y las normas internas del misión, sobre su doctrina y su visión del mundo, cómo atraen a nuevos miembros, cual es el tipo de compromiso económico, qué actitud tiene el grupo hacia los que abandonan, etc. Hay que tratar de mirar la situación de la forma más objetiva posible, con frialdad y sin apasionamientos.
Una vez hecho esto, lo mejor es plantear una estrategia basada en el respeto y la escucha. Es importante mantener el contacto personal con el adepto y establecer una relación basada en la confianza. Habrá que esforzarse por superar las dificultades que aparezcan en la relación, y evitar los ultimátums y las amenazas. Hay que acercarse al adepto con interés y atención, sin adelantarse con juicios críticos, y escuchar de boca del adepto cuál está siendo su experiencia.
Existen tres maneras de salir de una secta: por expulsión, si haces algo que al grupo no le gusta; por abandono voluntario, cuando el individuo llega a un límite en el que ya no puede aguantar más el nivel de coerción al que se le somete; o mediante una intervención especializada y familiar. «Actualmente, los psicólogos especializados lo que hacen es el 'Consejo para la salida', que busca favorecer la relación entre el adepto y su familia para evitar la ruptura total del vínculo y provocar, con el tiempo, que este sea crítico con su situación. Es decir, se trata de activar en el individuo los mecanismos mentales que el grupo sectario a bloqueado«, aclara Merino.
La salida genera tal impacto que las secuelas se comparan con el shock postraumático de los veteranos de guerra. Los trastornos psicológicos, las pesadilla, la vergüenza y los pensamientos suicidas son comunes, y la desadaptación social enorme, especialmente en aquellas personas que entran a estos grupos siendo muy jóvenes, quienes salen después de mucho tiempo y los que han nacido dentro. Al fin y al cabo, se dan cuenta de que todo en lo que había creído durante años era mentira y el proceso de recuperación es lento.
Para abandonar la secta, el adepto debe llegar a un punto en el que ya no pueda soportar permanecer en el grupo, independientemente de las consecuencias de su partida. No existe una constante sobre cuánto tiempo puede llevar un proceso así, depende enteramente de cada persona. Hay que encontrar un equilibrio entre ayudar a la víctima y mantener una distancia para protegerse. Salir de una secta es un objetivo de largo plazo que requiere la superación de muchas etapas.
Es importante que los distintos miembros de la familia estén unidos y coordinados, y no haga cada uno la guerra por separado. Puede ser de ayuda apoyarse en amigos del adepto, y por supuesto, y esto es muy importante, debo insistir en buscar asociaciones u organizaciones especializadas en el tema, la ayuda profesional marcará la diferencia, incluso hablar con otras familias o ex-miembros del grupo.
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Una vez se decida hablar con el adepto, es imprescindible dejar hablar y escuchar sin reproches. Es importante atemperar las propias reacciones emocionales, mantenerse serenos. Hay que aprender a cuestionar y a plantear alternativas, pero sin atacar. Aceptar la posibilidad de estar equivocados. Intentar ponerse en la piel de la persona. No acercarse a ella con superioridad, desdén o ironía. Hay que evitar las descalificaciones sobre el grupo o el líder. No se trata de imponer un punto de vista. Tampoco se debe pretender que una única conversación, por larga que sea, sirva para lograr un cambio definitivo.
Hay muchos grupos de apoyo creados específicamente para personas que han estado previamente en una secta. Es buena idea buscar estos grupos en Internet y participar de la manera que se crea oportuna para encontrar redes de apoyo donde haya gente que pueda comprender a la persona afectada.
En resumen, vuelvo a insistir en la necesidad de buscar ayuda profesional, y de contactar con los cuerpos policiales si se sospecha de que existe actitud delictiva por parte del grupo coercitivo o sectario, es de suma importancia poder consultar con un profesional de la salud mental que disponga de experiencia en temas de sectarismos. Alguien que pueda asesorar, acompañar a la familia, dar soporte emocional y, cuando sea conveniente, poder diseñar una intervención específica para lograr que el adepto abandone la secta.
Algunas organizaciones de ayuda para víctimas y familiares de grupos coercitivos (sectas):
AIS Atenció i Investigació de Socioadiccions
Servicios de asesoramiento en Sectas del Ayuntamiento de Santander
Red de apoyo para victimas de sectas
La Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP)
Federación Europea de Centros de Información e Investigación sobre Sectarismo
Escucha el podcast de Radiografia de la conspiranoia. Temporada 1, capítulo 11. La verdadera Iglesia Ortodoxa Rusa de Pyotr Kuznetsov, o la historia de 30 personas enterradas en un agujero de tres metros, esperando el fin del mundo:
Este es un podcast de Cesc Fortuny i Fabré, de divulgación académica y científica sobre las teorías de la conspiración, así como sectas, estafas y pseudociencias. También brinda información sobre ingeniería social, y como protegerse de ella.
Este capítulo trata sobre el grupo de 30 personas que se enterraron en un agujero de tres metros de profundidad, esperando la llegada del fin del mundo. De la serie Sectas.
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